A Rajatabla
Tránsito, la Cloaca
Jorge Villegas
En Tránsito de Monterrey hay una larga tradición de corrupción y de buenas intenciones de corregirla a lo largo de los trienios. Claro, nunca tan extremosa y descarada como en el gobierno municipal de Adalberto Madero.
César Santos designó a su tiempo un director de la corporación con carrera en la Federal de Caminos, un capitan Prado , muy bien intencionado .
Desde el primer día intentó meter en cintura a los agentes y frenar a los oficiales que les rentaban la patrulla y la moto.
En medio de declaraciones fulminantes y de apoyo irrestricto del alcalde, una comisión de comandantes le pidió audiencia.
Le dijeron, en pocas palabras: Capitán, usted no va a estar aquí – en la dirección - más de tres años. Y nosotros nos vamos a quedar. Le aconsejamos que se tranquilice y lleve la fiesta en paz.
Prado renunció a las pocas semanas. Y quedó sin cumplir la amenaza de cesar a toda la corporación y pedir soldados para sustituirlos provisionalmente.
Un sistema venal y una corporación podrida hasta el tuétano , han sido el lastre de todas las administraciones. Pero por primera vez queda en evidencia que el muladar empieza no en el cuartel de Lincoln sino en el palacio municipal.
Si se atiende a las sugerencias de evaluadores, habría que cesar a toda la corporación y luego recontratar uno por uno. ¿Qué pasaría en una semana sin agentes? Pues nada, porque los tránsitos viven para morder, no para regular el flujo de vehículos.
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