viernes, 23 de abril de 2010

Sábado 24 de abril de 2010

A Rajatabla
Cadereyta, por fin
Jorge Villegas

En Cadereyta, como en otros asuntos públicos, quienes manejan la imagen de Rodrigo Medina , descuidan la oportunidad de presentar al Gobernador como hombre de carácter, capaz de tomar decisiones enérgicas, sin importar despeinarse o lastimar al pasado.
Decidió el gobernador, finalmente, intervenir en Cadereyta, sojuzgada por los Zetas y flagelada por policías y tránsitos al servicio de los delincuentes. Fue decisión muy ejecutiva y así debe percibirla el ciudadano agobiado por la violencia .
Los vecinos del municipio clamaban por la intervención estatal y aún del Ejército. Veían las patrullas clonadas y con una Zeta en la portezuela.
Sufrían extorsión y hasta secuestro a manos de comandantes policíacos ue los entregaban en manos de los malandros.
Iban más de 30 desaparecidos, incluyendo a exalcaldes, jefes policíacos, líderes de la sección petrolera y particulares.
Al que pasaba por Cadereyta, lo detenían los tránsitos y los sometían a extorsión, bajo amenaza – muchas veces cumplida – de entregarlos a los Zeta, para ser tableados y despojados
El Ejército tenía conocimiento de la anómala situación. Se había vuelto peligroso hasta vender escobas. Pero por alguna razón o quizá por la gravedad de la infiltración, se había pospuesto la toma de los mandos policíacos.
Ya sucedió y anuncian que los elementos suspendidos serán “sometidos a controles de confianza”. Les deben abrir procesos penales inmediatos. Y van a sobrar testigos.
Ω
Sábado 24 de abril de 2010

Cosas Nuestras
Hilda María
Jorge Villegas

La noticia es escueta: enviudó don Rodolfo, nuestro amigo entrañable.
Pero en asuntos del corazón, las palabras no son del todo elocuentes .
Lo de Rodolfo es más que viudez, orfandad . Así de importante era doña Hilda María.
Lo cuidaba, lo apapachaba , era hasta su “ingeniero de sonidos”.
Era la encargada de operar los aparatos en que Rodolfo atesora miles de canciones.
El no aprendió hasta ahora a manejarlos; Hilda María lo hacía y muy bien.
Quizá para muchos, perder la esposa es perder la mirad de la vida.
Para Rodolfo, es la vida entera. Que Dios lo ampare.
jvillega@rocketmail.com