A Rajatabla
Zona de Guerra
Jorge Villegas
En la zona comprendida entre Santiago y Linares, donde hay capitales agrícolas y del transporte, se han cebado el crimen organizado y sus imitadores para extorsionar, secuestrar e infiltrar a las policías municipales.
En cualquier café madrugador de esos municipios puede enterarse fácilmente de quiénes están secuestrados, quiénes son los malandrines y dónde se ubican sus guaridas y casas de seguridad.
No hay alcalde que pueda alegar ignorancia. O delegado policíaco que tenga dificultad para enterarse de donde está el enemigo.
Más que la corrupción, prevalece el temor. Policía que se resiste a ser comprado, es ejecutado. En la misma familia, en la servidumbre, hay traidores que delatan a sus patrones y detallan su riqueza a los delincuentes.
Tiene que llegar el Ejército y entrar a sangre y fuego a la guarida de los delincuentes. Sólo a tiros y con muerte pueden rescatar la autoridad perdida.
El grado de peligrosidad en la zona es mayúsculo. Un hombre de negocios que tiene que trasladarse diariamente entre Morelos y Monterrey dice que lo hace hasta que se llena de automóviles la carretera; hacerlo en horas quietas, dice, es tentar al diablo.
Y el ángulo folklórico: algunos habitantes del sector se sienten discriminados por los delincuentes, que no los tratan de extorsionar ni de secuestrar. Quizá porque no tienen el dinero que presumen.
Son los que en cafés y cantinas alardean: conmigo que ni se metan.
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